martes, 22 de julio de 2014

"Muy pronto en la vida es demasiado tarde".


 
En este enlace he encontrado la inspiración para la entrada de hoy.
Como he dicho algunas veces, encuentras tus reflexiones perfectamente escritas y no tienes mas que reflejarlas, o bien porque piensas lo mismo, o porque te orienta, y te aporta cosas, en un sentido u otro. En cualquier caso te hace reflexionar.
Cuantas veces nos hemos arrepentido de no haber dedicado más tiempo a alguien, cuando ya es demasiado tarde, o habernos entregado más, o no haber sido tan egoísta, o haber comunicado más.
Aquello que me dijo hace mucho San Valentín: "No se arrepientan nunca de haber amado demasiado".
En definitiva todo lo que das, te viene de vuelta, nunca cae en yermo, siempre da su fruto en un sentido u otro, en el peor de los casos, como crecimiento personal.
Todas las personas con las que caminas al lado o con las que compartes momentos, te aportan y te influyen.
Y a veces somos timoratos a la hora de expresar nuestros sentimientos, nuestro cariño, o nuestra amistad o admiración.  A veces no vemos el momento de dedicar unas palabras amables, un piropo, un cumplido, un te quiero. O nos parece pronto, o fuera de lugar, o lo administramos como si fuera un bien escaso y finito.
 
"Si las amistades y las relaciones son tan importantes, es una prioridad cultivar una actitud apreciativa y prestar atención a no caer en la trampa de las expectativas, plantear las conversaciones necesarias, escuchar, estar por el otro, no evitar el conflicto sino afrontarlo mediante la comunicación no violenta, acompañar en el sufrimiento y dedicar el tiempo necesario."
 
El cuidado de las personas, de las relaciones, de los encuentros. Dedicarles atención, escuchar, empatizar, valorar y disfrutar de la compañía que nos ofrecen, del momento; que es único, que nos brindan.
Valorar siempre a las personas que tenemos al lado, no centrarnos en el lado negativo, en la queja, en lo que no tiene o no nos da.
 
"Cuando estamos muy cerca de alguien y creemos que le conocemos bien, podemos caer en el hábito de fijarnos más en lo que no nos gusta y nos acostumbramos a quejarnos. Dejamos de apreciar el valor que nos aporta. Tenemos la sensación de que es el otro el responsable de nuestra insatisfacción.
Cuando uno se queja de algo es porque le importa. Si no le importara, ni prestaría atención, ni dedicaría energía a protestar. Cuando recibimos un reproche de alguien cercano, merece la pena ver qué es lo que realmente nos está diciendo. Detrás de las frustraciones hay un anhelo no cumplido. ¿Cuál es? ¿Qué es lo que realmente quiere la otra persona? ¿Hasta qué punto podemos satisfacerlo o cómo hacerle aterrizar en la realidad de lo que somos y podemos ofrecer? Cuando las quejas son nuestras, podemos reformularlas para expresarlas como una petición, un anhelo, en vez de con rabia o intención de culpabilizar.
Hay veces que la frustración es fruto de darse cuenta del autoengaño en el que uno ha vivido respecto a una relación. Aparece la decepción. La persona se cae definitivamente del pedestal: no es como pensaba que era. En esos casos, cuidar la relación implicaría procurar que la separación sea lo más ética y respetuosa posible. Siendo consciente de que es bueno salir del espejismo en el que se estaba. Es una liberación incluso mientras causa dolor. En estos casos, a veces, la relación que más tenemos que cuidar es la que mantenemos con nosotros mismos."
 
 
Entender que las cosas cambian, terminan, se acaban, por esa falta de atención o porque definitivamente debía ser así, también es algo nada sencillo. Saber actuar correctamente, no seguir con la persona que nos ha decepcionado, que nos ha engañado o en la que ya no confiamos. Saber desprenderse de alguien o algo, sin rencores, sin excesivo dolor, con tranquilidad, cuidando también esa relación y evitar daños innecesarios o colaterales.
 
Ocurre también, que podemos amar a alguien, de una manera que el otro no la entienda, que no alcance sus expectativas, o que no sea como  esa persona quiere ser atendida o amada. La cuestión se vuelve complicada, como decía Gabriel García Marquez: "

"Sólo porque alguien no te ame como tú quieres, no significa que no te ame con todo su ser."

 
"Percibe la verdadera situación del otro,
ya que de lo contrario quizá le ofrezcas algo
que le haga infeliz”
Thich Nhat Hanh
 
"A veces nos forzamos a cumplir los planes que nos hemos marcado y los compromisos que hemos adquirido. Otras veces nos obligamos a seguir los horarios impuestos por otros. Vamos tirando del carro sin parar, sin respirar a conciencia ni escuchar. Las personas pasan por nuestro lado o las tenemos delante, y no hay tiempo para ellas porque debemos cumplir con nuestros planes. Así, la vida va pasando. Compromisos cumplidos, pero oportunidades y encuentros perdidos. Paseos no compartidos, conversaciones no mantenidas, personas no atendidas, oportunidades desperdiciadas de reencuentros con el otro, porque teníamos que hacer otra cosa marcada por el plan."
 
Cuantas veces me ha pasado esto a mí. Cumpliendo aquello de que la vida es lo que te sucede, mientras tu haces otro planes.
Cuantas veces hemos centrado la atención en algo que nunca pasó o que hubiera pasado igualmente, y descuidamos a alguien que estaba ahí, esperándonos, deseando pasar su tiempo con nosotros o dedicándonos unas horas o unos minutos, esos que no vuelven, que se van para siempre.
Sería una pena, es una pena, dejar a personas por el camino, o que desaparecen de nuestra vida y no les hemos dedicado el tiempo que se merecían, que no hayamos disfrutado más de su compañía, o de su experiencia, o de su valía.
Nada más triste que volver la vista atrás y arrepentirte de no haber dicho en su momento lo que pensabas, o lo que sentías, o haber correspondido a lo que se te ofrecía, de haber sido parco, soso, sieso, egoísta o impermeable.
Nos pasa muy a menudo, más de lo recomendable, el ejemplo más claro es que cuando alguien fallece, la gente se deshace en elogios, cumplidos que en vida nadie le dedicó, o tardes en soledad que nadie tuvo a bien compartirlas con esa persona, historias que se quedaron en el tintero, abrazos que nunca se dieron, besos que nunca llegaron.
Y esto vale para muchas personas, nuestros abuelos, nuestros amigos, nuestros padres, nuestros familiares, nuestras parejas, nuestros hijos, nuestros clientes...
Vivir, al final no va a ser solo ir a nuestra bola, mirarnos el ombligo y creer que el universo tiene que girar alrededor nuestro. Vivir va a tener mucho que ver con cuidar nuestras relaciones. Cuidar a las personas que nos rodean, que llegan a tener con nosotros cualquier tipo de vínculo. Dedicarles el tiempo que se merecen, que el tiempo sea auténtico, que realmente estés presente, en cuerpo y en mente, dedicándole todo tu interés y tu atención.
Si leéis esto, no perdáis el tiempo, dar ese abrazo, ese beso, mandar esa felicitación, llamar por teléfono a ese amigo que hace tanto que no veis, decir ese te quiero, contar con esas personas, visitar, querer, amar, elogiar, respetar...en definitiva, vivir.
Sin duda, este es uno de nuestros mayores retos.
 

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